sábado, 31 de marzo de 2012

CUATRO MOMENTOS

Tenía entonces ocho años, era la mañana de Reyes. Me acuerdo que sus sufridas majestades de Oriente me habían dejado, entre el helicóptero de salvamento de los madelman y unas pistolas de vaquero, dos tebeos, uno para mí, el otro para mi hermano. Eran albumes franceses. El país sin estrella, perteneciente a la colección de Valerian, agente espacio-temporal de Christin y Mezieres y El fantasma de las balas de oro, perteneciente a la colección del Sargento Blueberry, de Charlier y Giraud. A ambos nos gustaban los dos por igual, así que los compartimos sin más dificultades. Nunca había tenido tebeos así. No se puede traducir el inmenso disfrute que para mí significaron, cuando eres un niño, todo es magia.
Giraud, quédense con ese nombre.

Es el año 1983,  cinco años después, casa de mi amigo Javi. El marido de su prima, unos años mayor, le ha dejado unos ejemplares de la revista Cimoc. Comics para "adultos". de extraños temas y precios inalcanzables en  uno de ellos aparece un artículo ilustrado sobre un autor, MOEBIUS y una obra, Venecia celeste. La sensación de maravilla ante aquellas imágenes dura hasta el día de hoy. La sensación de encontrarme ante algo que va más allá, algo especial.
MOEBIUS, quédense también con ese nombre.


Pasaron cinco años. Primeros días en la facultad de Bellas Artes. Acabo de conocer a alguien  que sería de capital importancia en mi vida, mi amigo Enrique. Yo, atrincherado en mis comics americanos y con el enroque del que se sabe menospreciado por consumir material socialmente tan devaluado, soy refractario a cualquier otro tipo de influencia (un cierto "orgullo friki" antes de la existencia de lo "friki"). Estoy equivocado, claro y Enrique me lo demuestra enseñándome caminos en el comic que antes ni siquiera imaginaba. Afortunadamente todo cambió.
A la par que El Jefe, otro amigo, Kiko el jipi (no se preocupen, él lo entiende) me ilustraba en ese sentido.
Muchos comics, el Metal Hurlant, el Totem, Cairo... y autores, en especial Tardi, Cadelo, Bourgeon, Prado, Philippe Caza (sobre todo este ¿Verdad Kiko?) me cambiaban para siempre.
Pero por encima de todos un autor y una obra:

MOEBIUS y Arzak 


¿Se acuerdan de lo que les comentaba sobre la "sensación de Maravilla"? Pues multiplíquenlo por cien ....o por mil.
Cuando veía los dibujos de Enrique pensaba "nunca llegaré a esto". Con MOEBIUS pensaba además "nunca llegaré, pero esto es lo que quiero en mi vida". Dos maestros.

Al final, supe que el, en extremo virtuoso y académico dibujante de El fantasma de las balas de oro, el misterioso Giraud, era también el visionario, etereo y sobre todo libre MOEBIUS.


No podría explicar mi propia vida sin él. Uno de los mejores dibujantes del siglo XX, una personalidad que lo cambió todo. Le doy las gracias, de corazón.

¿El último momento? En septiembre de 2010 empiezo este blog que ustedes tienen a bien leer. El título, sugerido por mi hermana. Es un homenaje a él.

Lo conté en clave de humor aquí.

Supongo que mis dos maestros,  donde están ahora, tienen de lo que hablar.




Moebius ¿Qué más se puede decir?



5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo estaba esperando ;-)

Anónimo dijo...

Me he emocionado, me parece verte con Kiko hablando sobre los comics y a Enrique frotándose con el dedo pulgar e indice su barbilla y haciendo una de esas sonrisas que luego acompañaba de una carcajada.
Me parece oir los jinetes que dibujaba Moebius y a blueberry sobre uno de ellos.
Me he emocionado. Ademas de dibujar que ¡ te sales!, describes genial.
Donde haya un buen colorín lo demás sobra.

Eduardo dijo...

Anónimo I, ahí lo tiene.
Anónimo II, si eres quién pienso, también viviste aquello, que suerte la nuestra. Muchas gracias por tus palabras, querida amiga y sí, un buen colorín vale mucho y gente que lo aprecie, como tú, más todavía.

AlbertoHdez dijo...

Toda la razón. A seguir buscando esa mágia en el presente.

Eduardo dijo...

Es lo que hacemos todo el rato ¿Verdad, amigo?