martes, 29 de noviembre de 2011

UNA INFANCIA TENEBROSA


El imaginario de los seres humanos de mi edad está poblado a poco que se rasque, de indescriptibles seres mitológico-sociales, con los que uno se educó en el recreo de la guardería. Están ahí, agazapados en sus propias canciones.
¿Nunca se pararon a pensar, estimada clientela, de donde salían aquellos inenarrables personajes?
Por que ¿Quién era, por ejemplo, Antón Pirulero? ¿Existía realmente? ¿HAY UNA FAMILIA PIRULERO? ¿Tiene escudo ese apellido? No quiero ni imaginarlo. A mis tres años recuerdo cruzarme, mientras caminaba de la mano de mi madre por la calle, con señores absolutamente normales y preguntarme si ese notas de bigote, gafas y patillas, que iba a su trabajo o más posiblemente al bar, sería Antón Pirulero. A día de hoy, aún me levanto algunas noches acuciado por el ansia de saber: “¡¿Qué carajo pintaba Antón Pirulero en aquella maldita canción?!” Generalmente no vuelvo a dormir.

Otro ejemplo escalofriante es la Chata Virigüela….. ¿ENTIENDEN?...... ¡LA CHATA VIRIGÜELA POR DIÓS!..........Quiero decir ¿¡¡Quien coño era la Chata Virigüela!!? ¡¡¡¿Porqué se llamaba así?!!!...............................................laChatavirigüela………….. ............................................................……............joder………………………………………..…la.........Chatavirigüela………..................................………………………………………………………..............................................................................…pordíos……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Disculpen, ya estoy aquí otra vez. Dos transilium con ron y sol vuelve a brillar.
Bueno, lo habíamos dejado en… vale, mejor no volver a “eso”. No obstante había otros de aquellos seres cantados que sí tenían una cierta traducción lógica, no sometían a tus tiernas meninges a una tortura cuasi física.
Por ejemplo, el Señor don Gato. Todos sabíamos que era un gato amarillo que se iba de farra con Benito, Cucho, Espanto y el resto, tocándole la cosa al comisario Matute, que quería canearlos. No había problema. Pero ¿Y el cocherito Leré? NO era un “cochito”, tampoco un “cochecito” era un p… “cocherito” y además Leré.
¿Pueden visualizar ustedes a estos personajes? A que no. Hay algo lovecraftiano en ellos. No tienen forma.

Está claro que haberse criado con aquello siempre será mejor en comparación con lo que ha tenido que bregar la presente generacion. Y no me estoy poniendo abuelito Cebolleta y lo de antes si que eran toros. A los hechos me remito, los niños de hoy empastillados hasta las orejas mandan a fuerza de palizas a la gente al hospital. Es así.
De todas formas no fue fácil. Este “texto” lo demuestra.
Buano, y todo este palabraje sin sentido que va directamente a la etiqueta de “desvaríos” viene a cuenta de este dibujito. No sé, es como un niño tonto. Siempre me gustó.




3 comentarios:

JP dijo...

Caray, crei que ya lo sabias. Antón Pirulero no era el señor de patillas sino el gordo de al lado y se dedicaba como toda su antiquísima familia a inventar Pirulas, componer cancioncillas infantiles y popularizar juegos de patio. Ese tema en concreto salio en su primer single y era publicitario y de autobombo. Y el resto también se las inventó el. ¿que dijiste que te tomas con el Ron?¿esta bueno, funciona?¿No serán supositorios?

Anónimo dijo...

Me parto! Es cierto que lo de la Chata Virigüela da yuyu...pero qué me dices de Dña Restituta que era una señora que se constipaba a cada media hora. Le picó un mosquito. Se infló como un balón. Salió por la ventana y corriendo se explotó :-(( Ese tipo de canciones te marca para siempre...El dibujo del niño con la camisa de naranjito, insuperable XD

Eduardo dijo...

JP tú lo conocías. Yo a quién traté más bien fue a Jorge Juan Pirulero, que era un borracho y trabajaba en las gruas Cuchi. Nada que ver con su primo.
Niña, lo que recuerdo de doña Restituta es que llegabas del colegio con los ojos en blanco. No quise saber más. Bastante tenía ya.