El gran Ánghel Morales asistía como maestro de ceremonias y dos señores que no sé quienes son (lo siento, mi memoria...) fueron los rapsodas (lo hicieron fantásticamente, por cierto). Me invitaron a sentarme entre ellos y así, calladito lo pasé muy bien.
Cualquiera que me conozca sabe que no vibro precisamente con las consignas nacionalistas y que las chácaras y los tamarcos no inflaman mi corazón azulblancoamarillo-con estrellitas verdes. Que soy tremendamente escéptico ante el sentimentalismo de tiempos que no conocí y totalmente refractario a la idealización de supuestas razas de naturaleza virtuosa.
Me gusta la Historia y me gusta abordarla sin pasiones, o mejor dicho desde la pasión de disfrutarla sin prejuicios y si es posible hacerla materia de mi trabajo.
Por eso lo pasé bien el domingo, porque incluso entre aquellos que no tienen mis ideas, están también mis amigos. Porque en el fondo lo único importante es ser (como ellos) buena gente. Gracias Ánghel.
Les dejo algunos dibujos más.
2 comentarios:
Y por eso te queremos. Al menos yo.
Que decir, amigo. Gracias, sabes que es mutuo.
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